domingo, 11 de junio de 2023

MONTSERRAT ROIG

Nacida en el barrio barcelonés del Ensanche en una familia de clase media, su padre fue Tomàs Roig Llop escritor y abogado, militante de Acció Catalana1​ y de la feminista Albina Fransitorra. Realizó sus estudios primarios en el colegio religioso Divina Pastora. Posteriormente ingresó en el Instituto Montserrat y en 1961 se matriculó en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual (EADAG) en la que también estudiaban Pilar Aymerich, Carme Sansa, María Jesús Andany y Maite Lorés2​ y donde conoció a los que serían sus grandes amigos Josep Maria Benet y Pilar Aimerich, Ricard Salvat, Salvador Espriu y Maria Aurèlia Capmany.1

En 1963 ingresó en la Universidad y participó en movimientos marxistas de resistencia al franquismo. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona en 1968 y empezó a trabajar como redactora de la Gran Enciclopedia Catalana.3

En 1966 participó en la llamada Capuchinada, una serie de actos reivindicativos que se realizaron con motivo de la asamblea del Sindicato Democrático de Estudiantes. En 1968 se afilió al PSUC donde conoció a otro de sus grandes amigos, Manuel Vázquez Montalbán.

En 1970 recibió el premio Victor Català por su primer libro, Molta roba i poc sabó (Mucha ropa y poco jabón). Simultáneamente empezó su trayectoria periodística en Tele-Exprés, Serra d’Or y como redactora del Diccionario de Literatura Catalana. Más tarde escribió también para L’Avenç, Els Marges, Destino, Cuadernos para el diálogo, Triunfo y Vindicación Feminista, entre otras.

En 1970 abandonó la militancia del PSUC ya que estaba descontenta con el funcionamiento interno del partido. Ese mismo año, el 13 de diciembre, participó en un encierro de intelectuales y artistas en el Monasterio de Montserrat para protestar por el llamado Proceso de Burgos.

En 1976 su novela El temps de les cireres (El tiempo de las cerezas) fue galardonada con el Premio Sant Jordi. En 1990 le fue diagnosticado un cáncer de mama que acabó con su vida un año más tarde.

 

LA ROSA BLANCA DE LENINGRADO

Lidia Vladímirovna Litviak (en ruso: Лидия (Лилия) Владимировна Литвяк; Moscú, 18 de agosto de 1921-1 de agosto de 1943), también conocida como Lilia Litviak o la Rosa Blanca de Stalingrado, fue una piloto de caza de la Fuerza Aérea Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Resultaron notorias sus acciones durante la batalla de Stalingrado, dando así pie al apodo con el que pasó a la historia. Su nombre a veces es transliterado como Lidiya Litvyak, Lydia Litvak, Lilya Litvyak o Lily  

 A los 21 años de edad, con doce victorias en solitario y de dos a cuatro compartidas,​ se convirtió en una de las dos ases de combate femeninos de la historia militar mundial —siendo la otra su camarada Katia Budánova—. Litviak mantiene actualmente el récord de derribos en combate real a manos de una sola mujer. Por todo ello, y habiendo desaparecido en acción durante la batalla de Kursk, fue finalmente reconocida como Heroína de la Unión Soviética

 Al comenzar la invasión nazi de la Unión Soviética en junio de 1941, quiso unirse voluntariamente a una unidad de aviación militar, pero fue rechazada por su falta de experiencia. Tras exagerar su historial de vuelo de preguerra en 100 horas de vuelo, logró que la admitieran en el 586.º Regimiento de Cazas (586 IAP) creado por Marina Raskova y compuesto únicamente por mujeres. Allí, Lídiya se entrenó a los mandos de un avión de caza Yakovlev Yak-1

 

Victoriosa en el regimiento de los hombres

Lídiya llevó a cabo sus primeras misiones de combate durante el verano de 1942, sobre Sarátov. En septiembre la asignaron —junto a Katia Budánova, otras seis mujeres piloto y personal de tierra femenino— al 437 IAP, un regimiento masculino corriente que luchaba en Stalingrado, donde estaban sufriendo pérdidas cuantiosas. Allí pilotó un caza Lavochkin La-5 y el 13 de septiembre de 1942 logró derribar sus dos primeras aeronaves enemigas sobre Stalingrado. Su primera caza, conseguida en la segunda misión que realizaba, fue un bombardero Junkers Ju 88 o quizás un Heinkel He 111 en cooperación con el comandante del regimiento.567

Pero minutos después alcanzaba su primera victoria en solitario, haciendo caer un caza Messerschmitt Bf 109 G-2 "Gustav" pilotado por un as alemán que tenía once victorias a sus espaldas y estaba condecorado tres veces con la Cruz de Hierro: el sargento Erwin Maier de la 2.ª Staffel, Jagdgeschwader 53.6​ Maier pudo saltar en paracaídas y fue capturado por las tropas soviéticas. Entonces pidió que le permitiesen conocer al as ruso que había sido capaz de derribarle. Cuando le presentaron a Lídiya, una muchacha menuda de aspecto aniñado que acababa de cumplir 21 años, Meier creía que sus captores le estaban gastando una broma.

Cecilia Magni la Comandante Tamara.

Nació en Chile en un hogar de clase alta y realizó su educación básica y media en exclusivos colegios de Santiago, entre ellos el Grange School.

Ya graduada, a comienzos de los años 1980, y cuando estudiaba sociología en la Universidad de Chile, comenzó a identificarse con la lucha de los opositores a la dictadura militar de Augusto Pinochet, formando parte de numerosas manifestaciones estudiantiles. En esa etapa de su vida decidió integrarse a las filas de las Juventudes Comunistas de Chile (JJ.CC.) y luego ser parte del FPMR con la convicción de que "la lucha es la única forma realista y válida de cambiar el rumbo del país". A poco de integrarse, un compañero frentista decidió bautizarla como "Tamara", en recuerdo a la revolucionaria argentina Tamara Bunke.

Desde entonces su vida comenzó a transcurrir entre la legalidad y la clandestinidad. Con el correr del tiempo y pese a su juventud, “Tamara” logró un vertiginoso ascenso al interior de la estructura frentista, destacando como la única mujer que llegó a ocupar puestos de mando en la cerrada cúpula del FPMR y más aún a ostentar el grado de “comandante”.

Su trabajo se centró entre Santiago de Chile y Rancagua, ciudades donde la “comandante Tamara” se dedicó a reclutar nuevos militantes para la organización y a su vez a brindar apoyo logístico a los incipientes grupos de combate creados en esas zonas.

Con toda esta experiencia la “comandante Tamara” recibió a mediados de 1986 la responsabilidad de comandar una de las acciones más arriesgadas que hasta entonces emprendía el FPMR: el fallido atentado contra Augusto Pinochet, también conocida como la “Operación Siglo XX”. En esta misión “Tamara” actuó como brazo derecho de José Joaquín Valenzuela Levi, el “comandante Ernesto”, máximo jefe del atentado. Su trabajo fue proporcionar la base operativa y los vehículos que se ocuparían en la acción.[cita requerida] Junto a otro frentista, César Bunster, arrendó una casa y tres vehículos, además de coordinar el traslado del armamento que se utilizaría en la emboscada.[cita requerida]

Pese a ello, el FPMR determinó a última hora que no participaría directamente como fusilera en la operación, ante la alta probabilidad de que los combatientes no salieran de allí con vida; su experiencia en las tareas logísticas posteriores era indispensable.

Tras el ataque solo se volvió a saber de ella en 1988, en el inicio de la fracasada Guerra Patriótica Nacional. En octubre de ese año la “comandante Tamara” encabezó junto a su pareja y principal comandante del FPMR, Raúl Pellegrin Friedmann, la toma del poblado de Los Queñes en la VII Región del Maule. Durante la toma asaltaron el retén de Carabineros de Los Queñes, en donde se suponía que habría tres Carabineros, pero solo dos de ellos se encontraban ahí en ese entonces. El otro supuestamente se quedó dormido. En el asalto al reten de Los Queñes fue asesinado el cabo Juvenal Vargas y otro carabinero quedó herido. Además fueron robados los armamentos y el radiotransmisor de la posta, fueron cortados los cables telefónicos del poblado y se cambió la bandera del retén por la del grupo.

En días posteriores a la operación, parte importante del grupo fue capturado por Carabineros que peinaban la zona. El Frente no supo de Luis Eduardo Arriagada Toro (alias "Bigote") hasta que después de unas semanas. Se dieron cuenta de que era el delator de la emboscada en el Río Teno, ya que no estaba en la lista de muertos, ni en la junta secreta.1​ El 28 de octubre de 1988, el cuerpo de Cecilia Magni fue encontrado flotando sin vida en las aguas del río Tinguiririca con evidentes señales de haber sido sometida junto a su pareja, Raúl Pellegrin a torturas.2​ La investigación judicial sobre su muerte se prolongó sin éxito por muchos años, finalmente no pudiéndose atribuir las lesiones presentadas por los cuerpos a la acción de terceros, ratificando el fallo una muerte accidental.3​ En 2013 la Corte de Apelaciones de Rancagua absolvió a los cuatro carabineros acusados de homicidio.4